Esta entrada inicia con una obra del colorido Carlos Cruz-Diez (1923- ) el cual es un artista que ha utilizado de maneras impresionantes los principios de la óptica y de la fisiología del ojo.
En su obra, iniciada hace ya algunos años, ha trabajado con variados e interesantes enfoques la teoría del color, no solo desde una perspectiva sensorial, sino también desde una muy fundamentada base científica.
Utilizando y explotando una gran variedad de efectos ópticos, tanto objetivos como subjetivos, invita al espectador a una experiencia integral de la óptica visual. Algunas veces se basa en efectos tan universales como interferencia, refracción y difracción, para crear ambientes cromáticos reales e imaginarios; y en otras ocasiones utiliza la capacidad del ojo humano, a través de su resolución espacial, sustracción de colores y persistencia cromática, para distorsionar la realidad y crear ilusiones que sólo existen en nuestros cerebros.
Uno de los puntos principales de su obra, a mi juicio, es que el dinamismo es un elemento indispensable a la hora de participar de la "experiencia Cruz-Diez"; es mucho más enriquecedor el dar vueltas a cada uno de sus cuadros y ensambles, disfrutando el cambio de colores y formas que se generan desde diferentes perspectivas tanto a lo largo como a la distancia.
Para nuestro disfrute, en estos momentos hay una excelente exposición en el MUAC, que estará hasta el 24 de febrero de 2013, con una retrospectiva casi completa de sus obras; que seguramente resultará una experiencia enriquecedora y didáctica para todos, combinando como muy pocas exposiciones (y artistas) logran, valores estéticos y científicos de una manera extraordinaria.
¡Y es que Cruz-Diez logra hacer arte la ciencia!
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